La Quinta Estación

por | jueves, 22 septiembre 2011 | 0 Comentarios

Alguna mente perspicaz puede que se haya preguntado alguna vez, si según la teoría de los cinco elementos (wǔxíng-五行) a cada elemento le corresponde una estación, y a mi de pequeño me enseñaron que había cuatro estaciones… ¡algo no me cuadra!. Calma y tranquilidad, no hay ningún error. Sólo es necesario conocer un poco más de la tradición y filosofía antiguas chinas, donde consideran que el período entre el final del verano y el principio del otoño es una estación en sí mismo, el «verano tardío». Es un período corto, pero puede ser un tiempo de intensa metamorfosis: es el tiempo de la cosecha, de la vuelta al «cole», del regreso al trabajo después de las vacaciones, de comienzo de cursos y nuevas etapas… Y en todos estos momentos solemos necesitar la estabilidad y el apoyo propios del elemento Tierra, asociado a esta estación. En la primavera mirábamos hacia adelante, expectantes; en verano disfrutamos del presente al máximo; al comenzar el final del verano hemos de digerir e integrar todo lo vivido, y prepararnos para el invierno.

Cosecha - Tierra

Foto: dan

Las tradiciones más antiguas colocaban al elemento Tierra en el centro (y no entre el Fuego y el Metal, como es más habitual verla hoy en día): la Tierra al girar en torno a su eje se relaciona con los ciclos de la naturaleza y los ciclos de la vida. Así, el elemento Tierra también está asociado con los períodos de transición entre las estaciones, alrededor de los dos solsticios y los dos equinocios. Es lo que se conoce como Doyo, dos o tres semanas en las que la energía de una estación se va desvaneciendo mientras comienza a sentirse la de la siguiente. Un momento de conclusión, de quietud y de preparación para el cambio. Es habitual encontrar en el Doyo aspectos de todas las estaciones, clima especialmente caluroso y/o húmedo, y sobre todo variable, y esto se refleja también en el cuerpo.

Es por ello que es especialmente importante mantenerse centrado durante estas transiciones, en contacto con la tierra, y aprovechar para observar nuestro interior. También se dice, que durante los períodos de Doyo es posible tratar cualquier enfermedad o desequilibrio: así como es muy difícil tratar, por ejemplo, problemas del Riñón (Agua) durante el verano (podríamos debilitar el Corazón, y además no sería efectivo el tratamiento), en el Doyo es posible encauzar la energía hacia cualquier órgano sin que los demás sufran las consecuencias.

Entre las asociaciones del elemento Tierra están el sabor dulce, los colores amarillos y naranjas, el sentido del tacto, la boca y los labios, la saliva, el bazo y el estómago, la humedad, el canto, la simpatía, el intelecto y la empatía. Una atracción o repulsión especial hacia alguno de estos aspectos puede querer decir que hay un desequilibrio en uno de los órganos o meridianos Tierra.

La Tierra es el centro de los elementos y el elemento cohesionador: es el cimiento de nuestra existencia física, es la cualidad que nos permite ver la materia como algo sólido, y no como mera vibración. La Tierra nos da seguridad, apoyo y estabilidad. Desde tiempos inmemoriales ha habido una fuerte vinculación entre la Tierra y la madre en prácticamente todas las culturas del mundo. Desde que nacemos, es nuestra madre quien nos da todo el sustento, apoyo y seguridad que necesitamos.

La Tierra es fertilidad. En este tiempo, el final del verano, es cuando la naturaleza nos muestra su calidez, riqueza y abundancia. Es el tiempo de la recolección, de la cosecha del grano, de la selección y la elaboración de los alimentos que garantizarán la supervivencia a lo largo del invierno. La Tierra nos alimenta, nos nutre.

El elemento Tierra posee el potencial para manifestar de forma física, en un producto o resultado tangible, toda la energía y la acción que nos dio el Fuego. Lo que otras personas digan de esos productos, el modo en que los utilicemos, serán aspectos de la comunicación, asociada con el siguiente elemento, el Metal.

El par Zàng-Fǔ (órganos internos) asociado con la Tierra son el Bazo y el Estómago, que tienen el poder de la transformación y transporte de los alimentos y los líquidos, y se encargan de la digestión, no sólo de los alimentos, sin no también otros aspectos de la vida, como los pensamientos o los sentimientos. Cuando el Estómago, y principalmente el Bazo (según la Medicina China), no ejercen bien su función, el cuerpo no tiene energía, nos sentimos cansados, y el resto de órganos tampoco pueden funcionar correctamente.

Se ha intentado traducir a emoción relacionada con el elemento Tierra de muchas maneras: preocupación, pesar, simpatía… Pero el ideograma 意, , la «emoción» del Bazo se traduce literalmente como pensamiento. Contiene los radicales del corazón y el cerebro, por lo que no es completamente una emoción ni un pensamiento, sino que une a los dos. El reino del Bazo (y de la Tierra) es el del pensamiento, de la reflexión. Ambos se sitúan en el Centro: entre la alegría del sur (Fuego) y el miedo del norte (Agua), entre la ira del este (Madera) y la tristeza del oeste (Metal). La Tierra templa estos movimientos emocionales a través del pensamiento. Ayuda a tomar la distancia necesaria, a medir, a sopesar los pros y los contras. Es racional. Por eso se dice que el exceso de preocupación y las contrariedades alteran la energía del Bazo y el Estómago.

“Pensamiento reflexivo” podría ser una traducción aceptable del carácter 意, yì, pero no tiene en cuenta otra dimensión potencial de su significado, la del funcionamiento del intelecto en el mundo con una motivación compasiva y sentida (viendo las cualidades de nutrición, apoyo y seguridad de la Tierra). Como la capacidad de la Tierra es tanto para recibir como para dar, la emoción de la Tierra debe dirigirse tanto hacia adentro como hacia afuera. El elemento Tierra, cuando está equilibrado en la psique humana, recibe y da en igual medida, recibe las señales emocionales y los actos comunicativos de otras personas de modo que obtiene apoyo y nutrientes para sí. Este doble proceso puede entenderse como empatía. Cuando la Tierra está desequilibrada, tiende a veces a dar mucho y no poder recibir, o bien con una gran necesidad y una falta de medios para dar.

La gente Tierra suele dedicarse demasiado a tareas intelectuales, olvidándose a menudo de la parte física. Por una parte, el sentido asociado a la Tierra es el del tacto, por lo que es muy importante para el equilibrio de la Tierra el contacto físico con otras personas (abrazos, caricias, masajes…). Por otra parte, el Bazo gobierna los músculos, por lo que es importante combinar la actividad intelectual con la actividad física. Así que, si te gusta mucho leer y estudiar… ¡no te olvides de hacer algo de ejercicio!.

Sin embargo, lo más importante para mantener la Tierra equilibrada es la alimentación. Es un momento perfecto para plantearte un cambio a una dieta más sana. Podemos empezar, por ejemplo, recordando los principios del buen comer. La Tierra tiene afinidad por los alimentos más neutros: ni fríos, ni calientes; ni yin, ni yang; justo en el centro. El sabor que nutre a la Tierra es el dulce, pero, ¡ojo!, el dulce natural de las verduras y los cereales, no el extremo del azúcar o la miel. También los alimentos amarillos y anaranjados, como el maíz, la zanahoria, la calabaza… Como siempre, lo más adecuado es buscar las frutas y verduras de temporada. En esta época de transición del verano al otoño, nuestra dieta también debería ir cambiando poco a poco de más ligera a más nutritiva, que nos proporcione más combustible para trabajar y que nos caliente según van enfriando los días.

Sobre todo, recuerda que «somos lo que comemos» y que la alimentación correcta es básica para el bienestar y el estado de energía. La dieta afecta a todos los aspectos de la vida: trabajo, productividad, personalidad, sueño (y sueños), cómo nos sentimos, la salud y la enfermedad.

Finalmente, os dejo un pequeño resumen de asociaciones del Elemento Tierra:

Elemento Tierra
Estación Verano tardío / transiciones estacionales (Doyo)
Fase Vital Edad adulta – edad fértil
Factor climático Humedad
Dirección Centro
Movimiento Quietud
Órgano / Víscera Bazo / Estómago
Sentido Tacto
Órgano sensorial Boca
Color Amarillo-naranja
Olor Fragante, perfumado
Sabor Dulce
Emoción Intelecto / Pensamiento Reflexivo / Empatía (Yi)
Sonido Canto
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Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

Terapeuta de Shiatsu Zen

Soy una ingeniera informática que un día decidió dejar su trabajo para dedicarse de pleno a su pasión: el Shiatsu, la Medicina Tradicional China, la salud y el bienestar. Desde entonces he trabajado y colaborado con varios centros de terapias naturales como terapeuta de Shiatsu y masajista.

En 2011 lancé AMALUR ZEN como  un blog sobre Shiatsu y salud y en 2013 abrí el centro de terapias  AMALUR ZEN ~ Bienestar Integral,  donde comparto el espacio con un equipo multidisciplinar de terapeutas.  ¿Quieres conocer mi historia?